El polvo
del desierto del Sahara alimenta los
bosques amazónicos
15 de mayo de 2015: El
desierto del Sahara es uno de los climas más inhóspitos
de la Tierra. Sus áridas mesetas, sus picos rocosos y
sus arenas en constante movimiento envuelven una tercera
parte del norte de África, que tiene muy poca lluvia,
vegetación y vida.
Mientras tanto, del otro
lado del océano Atlántico, prospera el bosque lluvioso
más grande del mundo. La exuberante y vibrante cuenca
amazónica, situada en el noreste de América del Sur,
posee una amplia red de inigualable diversidad
ecológica.
Un nuevo video de
ScienceCast examina un inverosímil vínculo entre dos
continentes. Reproducir
el video, en idioma inglés.
Entonces, ¿qué tienen en
común estos climas aparentemente tan diferentes? Están
íntimamente conectados por un río de polvo atmosférico
intermitente de casi 17.000 kilómetros (10.000 millas)
de longitud.
Cada año, intensos vientos
del Sahara envían enormes nubes de polvo en un viaje
transatlántico hacia la cuenca del Amazonas.
Este polvo, en gran parte
originario del lecho de un antiguo lago en Chad, es rico
en fósforo. Cuando llega al bosque lluvioso, los restos
de los organismos del Sahara muertos hace mucho tiempo
proporcionan nutrientes cruciales para la flora viva del
bosque lluvioso.
El fósforo, que es
esencial para el crecimiento de las plantas, escasea en
el Amazonas. El polvo del desierto que se deposita en el
bosque cada año ayuda a reducir este déficit.
Investigadores de la NASA
estudian este polvoriento vínculo entre el Amazonas y el
Sahara con el propósito de entender cómo funciona y cómo
puede verse afectado por el cambio climático.
“Sabemos que el polvo es
muy importante en muchos aspectos complejos”, dice
Hongbin Yu, un científico atmosférico de la Universidad
de Maryland, quien trabaja en el Centro Goddard para
Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en
idioma inglés), de la NASA, ubicado en Greenbelt,
Maryland. “El polvo afecta al clima y, al mismo tiempo,
el cambio climático afecta al polvo”.
“Como investigadores”,
añade, “nos hacemos dos preguntas básicas: ‘¿Cuánto
polvo se transporta? y ¿Cómo afecta el cambio climático
a la cantidad de polvo que viaja a través del
Atlántico?’”.
Los datos obtenidos
mediante el satélite CALIPSO, de la NASA, el cual fue
lanzado en el año 2006, pueden proporcionar las
respuestas.
Por primera vez, CALIPSO
ha cuantificado la cantidad de polvo que realiza el
viaje transcontinental; y los números son
impresionantes: de las 182 millones de toneladas de
polvo (o una cantidad equivalente a casi 700.000
camiones) que abandonan el Sahara cada año, 27,7
millones de toneladas, o el 15% del total, se encuentran
dispersas en la cuenca del Amazonas.
CALIPSO, que es la sigla
en idioma inglés de “Observaciones de nubes y aerosoles
mediante los satélites LIDAR y Pathfinder con sensor
infrarrojo” (Cloud-Aerosol Lidar and Infrared Pathfinder
satellite observation), utiliza un telémetro láser o
LIDAR para analizar la atmósfera de la Tierra y conocer
de este modo la distribución vertical del polvo y de
otros aerosoles.
Rastrea de manera regular
el penacho de polvo que viaja desde el Sahara hasta el
Amazonas.
Una de las cosas que
CALIPSO ha revelado es la variabilidad de la conexión,
que ha cambiado hasta alcanzar un 86 por ciento entre
2007 y 2011. ¿Por qué?
La respuesta podría estar
en el Sahel, que es la larga franja de tierras
semiáridas ubicadas en la frontera sur del Sahara. Yu y
sus colegas han encontrado una conexión posible entre
las lluvias en el Sahel y la cantidad de polvo que se
desplaza sobre el Atlántico. Cuanto mayor es la lluvia
en el Sahel, menor es el volumen de polvo.
Se desconoce la razón
exacta de esta correlación, pero Yu tiene algunas ideas.
Es posible que el incremento de las lluvias produzca el
crecimiento de más vegetación en el Sahel, dejando así
menos arena expuesta a los fuertes vientos.
Otra posibilidad se
concentra en el viento. La cantidad de lluvia se
correlaciona con los patrones de viento que pueden
barrer polvo del Sahara y del Sahel hacia la atmósfera
superior, lo cual constituye básicamente una
supercarretera hacia el Amazonas.
Gracias a las
observaciones sin precedentes, en tres dimensiones (3D),
del polvo atmosférico, las cuales fueron proporcionadas
por CALIPSO, los científicos pueden comenzar a crear
modelos destinados a predecir cómo el polvo puede tener
un impacto sobre el clima en el futuro; y cómo nutre los
frondosos bosques de América del Sur en la actualidad.
Para obtener más noticias
acerca de las inesperadas conexiones, en la Tierra y en
otros planetas, manténgase conectado con
ciencia.nasa.gov