4.858 gitanos colombianos
celebran su día mundial
Abril 8 de 2014
En la Región Caribe está reconocida esta población en los municipios de
Sabanalarga (Atlántico), Sahagún y San Pelayo (Córdoba) y Sampues
(Sucre).
Este
martes se conmemora el Día Internacional del Pueblo Rom, reconocido por
el Estado colombiano como un grupo étnico con una identidad cultural
propia, que mantiene una conciencia étnica particular, poseen una forma
propia de organización social y que han definido históricamente sus
propias instituciones políticas y sociales.
El Gobierno nacional, a través del
Ministerio del Interior, se unió a la celebración con un evento dirigido
a la población que, según cifras del ministerio, es de 4.858 personas.
Minterior recordó que se han adelantado
acciones para proteger la identidad de esta población, entre las que se
destaca el proceso de concertación y consulta de un marco normativo para
esta población, arrojando como resultado el Decreto 2957 de 2010, que
reconoce y consagra sus derechos colectivos.
En este marco se tratan
asuntos de interés para el grupo étnico Rom, como son las definiciones
de su organización social y política, ubicación geográfica,
representatividad, participación, salud, educación, vivienda,
saneamiento básico, formación, desarrollo económico, calidad de vida,
cultura, entre otros aspectos.
Dicho decreto estipula el registro de las
Kumpañy asentadas en el territorio colombiano y de sus respectivos
representantes ante las instituciones del Estado. Como resultado de este
mandato, el Ministerio del Interior realizó el reconocimiento de las
Kumpañy en Sabanalarga (Atlántico), Sahagún y San Pelayo (Córdoba),
Sampues (Sucre) Girón (Santander), Cúcuta (Norte de Santander), Envigado
(Antioquia), Tolima, San Juan de Pasto (Nariño) y Bogotá a través de dos
organizaciones: Prorron y Unión Romaní.
En este mismo sentido, el 1 de diciembre
de 2010 se instaló la Comisión Nacional de Diálogo para el Pueblo Rom.
Desde ese espacio se han coordinado diferentes acciones que permiten el
goce efectivo de sus derechos fundamentales y colectivos.
Otra de las acciones adelantadas por el
gobierno, fue la expedición de la Circular CIR 1121, la cual solicitó a
las entidades territoriales la implementación de medidas y acciones con
enfoque diferencial dirigidas a esta población.
POR:
REDACCIÓn
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colombianos-celebran-este-martes-su-dia-mundial-148680
La kumpania gitana de
Sabanalarga
Por Adlai Stevenson Samper 21 de July de
2013 - 12:05 am
“Mandamos a los egipcianos que no anden
mas juntos vagando por nuestros reynos”. Pragmática de 1499 de los Reyes Católicos
Fotografía: Al compás de la música rom
(con acordeón y guitarra), Patricia Aguad Gómez.
Los
gitanos –o pueblo Rrom-, llegan de todos los puntos cardinales y se
marchan siguiendo los rastros del viento y de los tiempos. No se atan a
ninguna tierra ni pretenden tener un país propio en su largo deambular.
Su viaje sin retorno se inició hacia el año 1000 de nuestra era en la
región del Sind y el Punjab, en la India, empujados por guerras y
epidemias.
En Kannauj, su ciudad de origen, vivían los brahmanes más
eruditos, los artistas iluminados por las gracias de los astros, todos
embebidos en un ambiente similar al concepto griego de la democracia,
con altos niveles de tolerancia, derechos humanos y un notable
ecumenismo.
A Colombia llegaron en el siglo XIX por el
puerto de Barranquilla, y desde Puerto Cabello, Venezuela, entrando por
La Guajira. Son los míticos gitanos en su tropilla encabezados por
Melquiades que visitan en sus periódicas itinerancias a Macondo,
enseñando a sus cándidos habitantes las maravillas del progreso
tecnológico más allá del río que circunda la población. “Las cosas
tienen vida propia –pregonaba el gitano con áspero acento–, todo es
cuestión de despertarles el ánima”, escribe Gabriel García Márquez al
respecto en su novela Cien años de soledad.
Hablan una lengua propia, la
shib romaní, que los mantiene unidos como cultura y con un
notable parecido al sánscrito. Su sistema jurídico es el
Kriss romaní y el de valores y creencias se denomina Zakono.
Su célula básica de apropiación de territorios no Rrom es la
kumpania, una unidad familiar dominada por los hombres, pero
que lentamente ha ido derivando por el impacto cultural
gadzhé (forastero) en gran proporción hacia un control por
parte de las mujeres. Esta es la historia de una familia
Rrom o gitana de la kumpania de Sabanalarga, en el
departamento del Atlántico.
ME LO DIJO UNA GITANA. La
primera familia gitana llegó a Sabanalarga en la década de
los 40. Los Mendoza trajeron su carpa y la instalaron en las
afueras de un pueblo de calles polvorientas, gentes muy
ilustradas y sobre todo con grandes hatos de ganadería, que
permitieron que los recién llegados desplegaran sus artes en
la fabricación de sillas de montar, jáquimas y negociando
caballos. Un ambiente bucólico que les permitió, usando las
redes secretas con que se comunican los gitanos, traer a
familiares que se desplegaron por todo el pueblo.
Nora Gómez Demetrio cuenta las peripecias
de la llegada de sus padres desde Bucaramanga: “Llegue a Sabanalarga de
7 años de edad, con mis padres Alfonso Gómez y Maruja Demetrio. Mi papá
era español, un emigrante horrorizado de la guerra que buscaba
tranquilidad. Nueve hijos tuvo con mi mamá y yo soy la cuarta de ellos.
Falleció una; la mayor, la otra vive en Cúcuta. Los demás están aquí.
Denis, Janet, Jazmín, Lupe, Crucita, fallecida; Troca, nombre gitano de
Efraín, y Johnny”. Ellos y sus hijos constituyen la médula viva de la
kumpania gitana de Sabanalarga, compuesta por 16 familias de 54
miembros. Son los Avad Gómez, Gómez Gómez, Gómez Meza y Estrada Gómez.
Patricia Aguad es la hija mayor de Nora.
Maestra de escuela, bailarina y conocedora de todo lo que hunde y redime
al universo Rrom. Curioso hecho, pues los gitanos se abstienen de enviar
a sus hijos a colegios y universidades con el válido argumento que les
implementan otro modelo cultural, el cual asumen con pena y resignación
renegando al final de la suma de sus ancestros.
Las veleidades del mundo gadzhé, el no gitano, que ha creado toda una serie de mitos y
supersticiones que Nora recita como quien da una clase: “En el pasado se
inventaban historias sobre nosotros, que robábamos a los niños, que te
va a coger el cuco y los gitanos.
Ahora la situación ha cambiado porque
nos vislumbran como personas comunes y corrientes pero con otra cultura.
Antes nos tocaba estar escondidos. Ahora estamos visibilizados”. Por su
parte, Sharo, la hija soltera, sostiene que “el gitano no va a la
escuela porque teme perder la cultura, y si su hija va, conoce a un
gadzhé y se olvida de su comunidad porque se enamora.
Hay diez kumpanias
en toda Colombia en que los jóvenes y los niños van a la escuela. En
Sahagún y San Pelayo sí van a la universidad”. Las estadísticas del Dane
muestran que en la comunidad Rrom en Colombia apenas si hay unos escasos
20 profesionales.
SOBREVIVIENDO. Malas noticias para este
errante y milenario pueblo que no reconoce fronteras ni ideologías
políticas. Moverse ahora no es tarea fácil ni mucho menos apelar a la
carpa y la carreta en campo abierto, cercados con alambres de púa y
problemas de seguridad.
Así que trastornando sus designios históricos
acuden al expediente de alquilar una casa o comprar un terreno propio.
Son males que sigue explicando acuciosa la
maestra Patricia. Reitera que su cultura se estaba diluyendo como el
agua entre las manos.
Que les cayó una insólita pobreza que nunca habían
conocido y que ya no se trataba de vivir del heroico y conocido día a
día. Agrega: “Los hombres gitanos negocian caballos y hacen monturas,
pero ahora eso lo hacen fábricas a gran escala y barata. No se puede
competir con el que lo hace a mano y demora varios días. Por ello el
sustento se ve afectado”.
Como una maldición contra los gitanos. Al
que se agrega, dice Nora, que sus prendas ya no son de oro, que el
tiempo de las aleaciones de metales y de la transmutación alquimista
pasaron a la historia a pesar de que su familia pertenece a la rama de
los Calderash –los caldereros forjadores de metales–. Otro rango de
ingresos –sigue su triste evaluación– era la lectura de las manos, que
pasaron a ser coto de mentalistas, parasicólogos embaucadores con
consultorios en donde los angustiados hacen fila para conocer su pasado
y su futuro extraviados en el avatar del presente.
“Nadie recurre a las
gitanas”, argumenta Sharo, y esto se ve reflejado en que las amplias
faldas largas van desapareciendo por el uso de la ropa de las gadzhé.
Los hijos que no pueden dedicarse a las monturas les toca montarse en
otro caballo: el del mototaxismo.
Menos mal, dice Sharo “En lo referente
a los linajes; las vishas, la familia Demetrio de la que soy integrante,
perteneciente a la rama de los Boloshot, dejan trabajar a las mujeres”.
LOS GITANOS Sí TIENEN SABÓ. Uno de los
rituales de los Rrom es la cocina, sobre todo en la preparación del
cerdo asado completo atravesado por una barra en una hoguera y servido
completo para que cada quien lo desprese a su gusto.
Despliegan todo un
arte en la locería con platos de diferentes ingredientes para que cada
quien se sirva según su gusto. Con música de violines y acordeones que
convierten a las mujeres en unas excelsas bailarinas, surgiendo a través
del cuerpo toda la historia de su etnia: la gestualidad en las manos
hindú, el contoneo de caderas oriental y el palmoteo flamenco.
Contando Nora las delicias del sabor de la
cocina Rrom se le hace agua la boca. Sharo deletrea los nombres y
explica sus componentes: “Las comidas preferidas gitanas son: javeprshie,
javeloló y masvalesko. Javelolo es con verduras, zanahoria y cerdo en un
arroz que queda de color naranja. Masvalesko es repollo aderezado con
vinagre al que se le frita el cerdo con harina y se come con pedazos de
pan.
El té se hace con trozos de frutas. Salmie es repollo al que se le
echa arroz, carne condimentada, se envuelve y se come a la manera de
pastelito”.
LO QUE DICE TU MANO. Las gitanas son
mujeres con una gran sensualidad. Reconocida, además, por ellas mismas.
Se casan a los 13 años con un hombre impuesto por la familia, tradición
a la que escapó Nora cuando conoció a su marido Pedro Avad, un gadzhé
libanés con pinta de auténtico gitano. Según ella, siempre lo había
soñado de esa manera. Por ello no tuvo reparos en eludir sus compromisos
esperando un marido Rrom al que no hubiese querido igual.
Lo vio en su futuro como alentador
presagio. Patricia lo dice con firmeza: “Somos personas que vemos cosas
que no ven los demás. Adivinar en las mujeres gitanas es algo natural.
Es un don.
Los desarrollan unas mujeres más que otras. Mi mamá toda la
vida ha leído la mano. Yo veo cosas en las personas. Una vez una amiga
no vino a una reunión. Yo, en broma, dije que si no venía se le torcía
el pie. Ese día se tropezó y se dobló el pie!”
Hacen baños. Liberaciones. Practican la
cartomancia, la astrología y las artes de la adivinación. Leen el tinto
y las manos, pero sin hacer daño. “Ojalá fuéramos brujas –dice
Patricia–, para darles a los enemigos con una varita y convertirlos en
sapos”.
Se conforman con recetar la suerte pero se abstienen de
aplicársela. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, grita muerto de la
risa Pedro, el forastero que sedujo el corazón de la gitana. Nora, su
mujer, llama invitándome con su mano a un cuarto trasero de la casa
donde hay un extenso mesón.
Nos sentamos frente a frente, extiendo la
mano, la toma entre las suyas y la observa escrupulosamente. Ve caminos
andados y por recorrer. Formula preguntas. En las respuestas mira
fijamente mis ojos y recita una cantilena ritual justificadora: “No lo
digo yo, lo dice la mano”.
Despliega el inventario de novias, evalúa los
desórdenes juveniles, describe sucesos familiares, pronosticando muy
buenos tiempos, prosperidad, larga vida y para terminar con un consejo:
“Pero más te vale andar prevenido, así que tengo para ti unas sales y un
baño especial que te dejo a buen precio, pues me has caído muy bien”.
Cuánto, le pregunto. Tanto, responde. Te
doy la mitad cuando regrese, le digo en broma. Parece gitano, dice una
de las hijas. Es otra vez el síndrome de José Arcadio Buendía cuando se
coloca el pañolón rojo, pienso. Al fin de cuentas Macondo y Sabanalarga
es el mismo territorio de la idéntica y ancestral kumpania de gitanos.
http://www.elheraldo.co
/node/118192
Gitanos, pueblo que se
resiste a desaparecer.
La comunidad, asentada en Sabanalarga (Atlántico), contó las necesidades
que enfrentan.
Por Leonardo Herrera Delghams
Abril 13 de 2013
Enviado especial de EL
TIEMPO a Sabanalarga.
El lunes 8 de abril
de 2013 se celebró el Día Mundial de los Gitanos, y en el municipio de
Sabanalarga permanece, desde hace cerca de 50 años, una de esas
comunidades que en medio de la
pobreza y la falta de reconocimiento como pueblo se resisten a
desaparecer.
Sharon Awad Gómez es la líder de esta
comunidad, que también es víctima del conflicto armado, pues la han
arrinconado a vivir en un solo lugar sin poder continuar con su
condición natural de nómadas.
¿Cuál es la situación del pueblo gitano en
Sabanalarga?
La realidad es dura y ha provocado
desmejoras en nuestras actividades. Esto debido a la inseguridad y
problemas sociales que atraviesa el país. Vivimos en casas rentadas
pasando mucha necesidad, nuestros niños venden minutos de celular o
manejan mototaxi, porque no hay trabajo.
¿Siguen ejerciendo sus oficios
tradicionales?
Si, los hombres se dedican al
comercio, compra y venta de animales. A la fabricación
manual de montajes de caballo, mientras que las mujeres leen
la mano.
¿Con estas actividades les alcanza para
conseguir el sustento?
No podemos competir contra las
grandes industrias. Mientras un gitano hace una silla, en
una fábrica producen 1.000. Las mujeres tampoco pueden
ejercer su labor de quiromancia, pues han aparecido una gran
cantidad de falsos adivinos que han dañado el negocio.
¿Cómo los golpea el conflicto armado?
No somos víctimas porque no
nos han matado a nadie. El único problema es el lugar donde
realizamos nuestras labores, pues salimos a las zonas
rurales y los grupos que se encuentran en esos sitios nos
advierten que nuestro trabajo allí no es necesario. Ya no
tenemos zonas seguras. Somos desplazados.
¿Ya no son un pueblo nómada cómo sus ancestros?
A través de la historia nos hemos
caracterizado por ser nómadas, pero la situación ha cambiado. La
realidad ha influido en nosotros provocando temor en nuestra comunidad.
Ya no podemos quedarnos en carpas.
Ahora tenemos que buscar lugares más
seguros como casas, podemos decir que ahora somos seminómadas.
¿Qué mantienen intacto de su cultura?
El idioma, que lo enseñamos a través de la
transmisión oral: la madre le habla al niño desde sus inicios en romanes
(lengua nativa). No hay escritos debido a que los gitanos no asisten a
las escuelas, nuestra cultura es oral. La gastronomía se conserva a
través de las reuniones que se celebran en casa de algún miembro.
La situación cambió
La líder de la comunidad en Sabanalarga,
Sharon Awad Gómez, tiene su pedido para el Gobierno Nacional:
"Lo principal es obtener una vivienda. La
situación ha cambiado y nuestra tradición de permanecer en constante
movimiento ha desaparecido, debido la realidad que atraviesa el país.
El
último invierno arrasó con nuestras chozas que se ubicaban cerca de los
ríos. También queremos ser diferenciados al momento de ser atendidos en
los puestos de salud.
Estamos gestionando para que haya una evidencia
que nos permita ser identificados como una comunidad gitana. Por último
necesitamos sitios en los cuales podamos realizar nuestros trabajos para
poder generar ingresos".
Leonardo Herrera Delghams Enviado
especial de EL TIEMPO Sabanalarga (Atlántico)
http://www.eltiempo.com/colombia/barranquilla/
gitanos-pueblo-que-se-resiste-a-desaparecer-_12740351-4
Con una comida y muestras de la cultura gitana Alcaldía
Municipal de Sabanalarga celebró ayer el Día
Internacional del Gitano
Por Cesar Mendoza
Abril 9 de 2013
La conmemoración fue en Sabanalarga, donde tiene asiento la
principal kumpania o comunidad gitana asentada en el Atlántico, un
grupo de 49 personas que, tratando a toda costa de preservar su
cultura, lucha por mejorar sus difíciles condiciones de vida.
Justo cuando habla de esos problemas, la alegría y el desparpajo que
brotan de Sharo Aguad, vocera de esta comunidad, desaparecen. Sus
miembros no solo han sido reconocidos como víctimas del conflicto
armado del país por el hostigamiento de organizaciones al margen de
la ley, sino que la falta de trabajo les dificulta satisfacer sus
necesidades básicas.
“Es difícil mantener una vestimenta de gitana como la que llevo
puesta hoy, por el costo de la tela, son pocas las veces que podemos
vestirnos así”, cuenta Sharo, y enseguida agrega: “¿cuándo has visto
a un gitano de mototaxista o a una
gitana vendiendo minutos?, pues ahora nos toca por la difícil
situación económica de nuestra población”.
Precisamente, esta problemática los ha llevado -anota Sharo-, a
“visibilizarnos porque muchas personas no sabían que existían los
gitanos”. De hecho, confirma que actualmente cuentan con
acompañamiento de entidades del Gobierno Nacional como la Unidad
Nacional de Víctimas, y del orden local como la Gobernación y la
Alcaldía. Por eso esperan que su duro panorama empiece a cambiar.
Con los gitanos. Funcionarios de la Unidad de Víctimas explican que
a esta comunidad se les ha vulnerado sus derechos y, por lo tanto,
se trabaja en su reparación colectiva.
En la celebración de ayer también estuvieron el alcalde de
Sabanalarga, Roberto León Peña, la primera gestora y la
representante de la Gobernación, Diandra Escudero al igual que una
funcionaria del gobierno nacional de la unidad de victimas.
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