Columna: Reflector Mundial
El reto:
Gobernar con Resultados
Por Ignacio Pareja Amador
www.reflectormundial.blogspot.com
Hoy en día, después de haber pasado por un complejo
proceso democratizador, en el que nos hemos convencido
de que el gobierno del pueblo en los términos de la
representatividad de la democracia moderna es
la
mejor manera de gestión pública, el ciudadano ordinario
exige nuevas formas de transparencia y rendición de
cuentas, demanda gobiernos de resultados, no sólo de
planes o programas, requiere saber en dónde se gasta el
recurso público y qué impacto tiene en el cumplimiento
de la función primordial del Estado: generar los
escenarios de bienestar y oportunidades para el
desarrollo de la población.
Ante estas
exigencias, diversos organismos internacionales han
impulsado mecanismos y modelos que replican las “buenas
prácticas” empresariales que han sido utilizadas por los
países desarrollados y que intentan subsanar las lagunas
que han caracterizado a los gobiernos Iberoamericanos
como entes cerrados, despreocupados y despóticos con sus
gobernados.
Justamente
la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) desde
2005 impulsa la instauración de un modelo gerencia por
resultados (GpR), en el que los gobiernos deben planear
sobre problemas establecidos, diseñar con miras a
atender estos problemas, implementar tomando en cuenta a
todos los actores involucrados y fijar metas medibles,
que le permitan identificar en qué momento hay
distorsiones para corregirlas de manera subsecuente.
En pocas
palabras estamos hablando de un modelo que tome en
cuenta el ciclo completo de las Políticas Públicas y que
tenga como variable constante la generación de –valor
público- esto es que impacten positivamente a una
población objetivo, que carezca de las condiciones de
bienestar y oportunidades que el estado está obligado a
proporcionarle.
Para
lograr lo anterior es necesario, en un primer momento,
cambiar el paradigma de la utilización de los recursos
públicos como si fueran un “gasto” y comenzar a verlo
como lo que realmente son: una inversión a futuro. Así
planeamos con base en la prospectiva, de forma que se
generan escenarios deseados, indeseados y ambiguos sobre
cómo estará la población en términos de la aplicación de
determinadas políticas públicas.
Por
ejemplo, si un gobierno identifica que uno de los
problemas de la población es el bajo nivel de
escolaridad, la respuesta debe versar en combatir este
rezago. La manera de hacerlo no sólo depende de la
construcción de más escuelas, sino del aumento de la
calidad educativa, la formulación de estrategias para
llevar educación a quienes viven en las localidades más
alejadas, la mejora en los planes y programas
educativos, y todo esto debe ser medible al mediano
plazo, de manera que se pueda responder con efectividad,
economía y eficiencia.
Muchos
países de Iberoamérica han comenzado a instaurar cambios
en su legislación con el fin de aplicar Modelo de
Gestión por Resultados, de manera que han enmendado su
Ley de Planeación, a favor de la instauración de
mecanismos de evaluación, seguimiento y control en las
actividades presupuestarias. Sin embargo, la mayoría de
los estados se encuentran en la construcción de los
cimientos de este nuevo sistema, que lleva avances
significativos, pero que al igual que la mayoría de
cuestiones administrativas depende en gran medida de la
voluntad política.
Se suma a
este problema la inexperiencia de los funcionarios y
servidores públicos para ejercer una gestión por
resultados; ver al recurso público en forma de inversión
y no de gasto; generar indicadores compatibles a nivel
nacional; utilizar matrices de marco lógico en sus
planes y programas sociales; planear a largo plazo,
revisar la pertinencia de ciertos programas agotados;
así como el excesivo costo de las evaluaciones por parte
de consultores y otros agentes externos, etc.
Sin
embargo, pese a esta autocritica debemos resaltar que el
modelo ya se ha echado a andar. Muchos países ya
identifican los principales problemas de su población en
aras de actuar en consecuencia. La profesionalización de
los servidores públicos encargados de la planeación y
presupuestación es una realidad, de manera que se ve
cada vez más tangible la continuidad, el seguimiento, la
evaluación y la retroalimentación de las políticas
públicas, haciéndolas sostenibles.
Es
necesario cambiar el paradigma en la aplicación de
políticas públicas que busquen hacer frente a la
pobreza, hay que mirar el desarrollo desde otro ángulo.
Los problemas de una sociedad nunca han sido verticales
u horizontales, sino que son multidimensionales, tienen
una profundidad, uno o más orígenes, por lo que el éxito
de las políticas públicas enfocadas a su tratamiento
derivará en qué tan bien o mal se prioricen los
problemas y que tan lógico, racional o incauto sea el
gobierno para interpretarlos.
Al final
de cuentas, en teoría, todos los actores involucrados en
el proceso de desarrollo de un país, llámese sector
público o privado, desde instituciones, partidos
políticos, ordenes territoriales, poderes, hasta
empresas y sociedad civil, tienen un objetivo común: el
desarrollo. Porque al igual que la pobreza y la
desigualdad, que son virus fácilmente transmisibles de
forma intergenaracional, la riqueza y la bonanza
económica también se pueden replicar fácilmente si se
ejercen buenas prácticas gubernamentales y se refuerzan
los valores nacionales en la sociedad.
Twitter:
@ignacioamador
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