Columna: Reflector Mundial
Sputnik I: el inicio de
una nueva era.
Por Ignacio Pareja Amador
www.reflectormundial.blogspot.com
Hace poco más de cinco décadas que el hombre rebasó las
barreras terrestres y logró
poner
en orbita el primer satélite artificial en la historia,
el Sputnik I. Aquel hecho aconteció en uno de los
periodos de mayor tensión política a nivel
internacional; en un episodio que denominaron los
historiadores como “la Guerra Fría”, refiriéndose a la
batalla indirecta que libraron las dos potencias
ganadoras de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos
(EE.UU.) y la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas
(URSS).
El próximo mes se cumplen cincuenta y
tres años del
lanzamiento del primer satélite artificial al espacio,
el cual representa el primer éxito del programa
Spútnik, que daría ventaja a la URSS sobre su
adversario en cuestión de exploración espacial.
Hoy en día celebramos que este hecho fue
el inicio de la carrera espacial entre dos grandes
colosos, el cual no sólo trajo beneficios en forma de
externalidades a la sociedad civil, sino que amplió
nuestro margen de asimilación respecto al papel del
hombre en el universo, en palabras del historiador David
Thomson “[…] con el hombre en el espacio comenzó una
nueva era”.
No se sabe a ciencia cierta cuál era la
intensión final de ambas potencias en materia espacial
(URSS y EE.UU.), pero se puede intuir que la adquisición
de conocimiento sobre el espacio, era sinónimo de
ventajas para combatir al bando contrario. Sin embargo,
la carrera espacial no fue sólo tecnológica, sino que
tuvo gran influencia en otras áreas.
A nivel económico podemos mencionar las
externalidades generadas a partir de los
desarrollos tecnológicos que dieron vida a productos
como el teflón, el Sistema de Posicionamiento Global
(GPS), los alimentos deshidratados, los detectores de
humo, el código de barras, los pañales desechables, el
cierre de velcro, etc.
A nivel político, la carrera espacial fue
una herramienta del gobierno para convencer a los
ciudadanos de que su sistema económico (capitalismo y
comunismo) era el más adecuado, puesto que la población
se identificaba con los éxitos de las misiones, en un
ambiente donde la “competencia” estaba en casi todos los
ámbitos.
En cuestión militar, los avances en
materia espacial se complementaron con el desarrollo de
áreas bélicas como: las mejoras de los misiles, la
experimentación con las fusiones nucleares, la
optimización del uso de la energía, etc. Mejoras que
demostraban la superioridad bélica de los antagónicos
sobre el resto del mundo.
En aquellos años de Guerra Fría la
carrera espacial fue una competencia por saber quien era
el mejor país, qué sistema económico era el indicado,
qué filosofía debía prevalecer.
Hoy en día, ante la inminente
multipolaridad del Sistema Internacional las cosas han
cambiado; ya no existe una carrera espacial como tal, la
competencia ha sido sustituida por cooperación, de
manera que los distintos países con agencias espaciales
colaboran en pro del desarrollo tecnológico en materia
espacial a nivel global. El mejor ejemplo es la
Estación
Espacial Internacional, un centro de investigación
construido en la orbita terrestre, donde participan las
agencias espaciales de EE.UU., Rusia, la Unión Europea,
Japón, Canadá, Brasil e Italia (bajo un estatus
especial). Gracias a los esfuerzos de estos países desde
hace una década hay presencia humana permanente en el
espacio.
La conmemoración del lanzamiento del
Sputnik I es un hecho que debe ser recordado como un
elemento de unión para la humanidad. Estamos celebrando
que logramos cruzar la barrera terrestre, la primera
limitación material, para hacer posible la ampliación de
nuestro sistema natural (el planeta tierra) y conocer un
poco más sobre la inmensidad del universo.
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