Columna: Reflector Mundial
Otro
enérgico llamado
Por Ignacio
Pareja Amador
www.reflectormundial.blogspot.com
Por su puesto que el llamado debe de ser
enérgico, porque no se puede combatir a un
grupo
delictivo si éste tiene la capacidad para reproducir su
violencia gracias a herramientas sanguinarias y al uso
de la intimidación para someter la voluntad estatal.
El problema de México ha dejado de ser
estrictamente nacional, esto, después de la masacre de
72 emigrantes provenientes de distintos países de
Centroamérica y Sudamérica, descubiertos la semana
pasada en un racho de Tamaulipas. Sin duda alguna el
problema de México se ha vuelto un problema regional.
Los carteles mexicanos nos sorprenden una
vez más, cuando se creía que no podían hacer nada que
nos metiera en más problemas a los mexicanos, lo
hicieron. No sólo han pasado a ocupar el lugar que
tenían los colombianos, sino que son más sanguinarios
que la Camorra Napolitana y la Cosa Nostra italiana, que
los Yakusa japoneses o que la Mafia Rusa, y lo que es
peor, no tienen ningún respeto por la ciudadanía, pues
sus enfrentamientos al aire libre dejan por demás claro
que el gobierno no puede o no quiere evitarlos, como
dirían: -allá que se maten entre ellos, nosotros estamos
por acá muy bien dentro de la coraza del Estado-
De los cadáveres que hasta ahora se
reconocen se sabe que había 14 hondureños, 12
salvadoreños, 4 guatemaltecos y un brasileño. El héroe
de la historia, quien reveló el lugar y el móvil de los
hechos, fue un ecuatoriano de 18 años que sobrevivió a
la masacre, gracias a él -esperemos- este evento no
quedará sepultado en las inmensas profundidades de la
impunidad y el olvido.
Entre 2008 y 2009, de acuerdo con un
estudio de la CNDH, 9,758 emigrantes fueron víctimas de
la privación de su libertad, o sea alrededor de 1,600
secuestros por mes.
De acuerdo con Naciones Unidas unas 400
mil personas pasan al año por México para llegar a
EE.UU., México es el único camino viable para cruzar
hacia un sueño americano cada vez más discriminante,
pero sin duda mejor que un sueño charro cada vez más
hiriente y mortal. Es un peligro cruzar a EE.UU. desde
México, pero no hay otra forma, ¿vale la pena el riesgo?
Ya se han alzado varias voces para
condenar esta masacre, los gobiernos centroamericanos y
sudamericanos han elevado las demandas al gobierno
mexicano, en pro garantizar la protección de los
Derechos Humanos (DH) de los emigrantes, pero reconocen
la lucha del gobierno federal, bueno, de algunos
sectores del mismo, pues se han develado cada vez más
violaciones a los DH de los emigrantes por parte de las
autoridades “federales” de migración en México.
Seguramente podremos profundizar en la
problemática en los próximos días, porque así pasa en
México, no es sino hasta que ocurre una tragedia cuando
se comienza a revisar los niveles de confianza y
seguridad de las autoridades; hasta que se comienza
analizar la existencia de redes de corrupción y vínculos
de autoridades con grupos del crimen organizado.
Apenas en junio, la Canciller mexicana,
Patricia Espinosa instó a un Dialogo de Alto Nivel sobre
Delincuencia Organizada Trasnacional en el seno de la
Asamblea General, con el objetivo de que todos los
países ratifiquen la Convención de Palermo y sus
protocolos facultativos referentes al tráfico de armas,
personas y trata de personas.
El sábado pasado, el presidente Calderón
dio por concluido el “Dialogo por la Seguridad”, donde
resaltó la intensión del gobierno de combatir al crimen
bajo un esquema de seguridad ampliada, multidimensional,
en donde es imprescindible el uso de la fuerza estatal,
pero donde hay que atender a la esfera social en
términos de más trabajos, mejor educación, mayores
oportunidades para los jóvenes, etc.
Los elementos jurídicos y las propuestas
ahí están. El dialogo nacional por la seguridad también.
¿Qué hace falta entonces?
El presidente reconoció que los embates
entre las fuerzas delictivas las debilitan, con la
fuerza del estado esta ecuación aumenta su
potencialidad. Sin embargo, el pronóstico es que la
violencia se mantendrá e incluso aumentará. ¿Qué hará el
gobierno para que la ola de violencia, que perciben
seguirá latente e incluso aumentara, no afecte a los
ciudadanos comunes?
Lo que notamos es que no existe un plan a
largo plazo consensado. El ejecutivo debe conminar a que
sus políticas de estado tengan mayor vigencia, que sean
jurídicamente vinculantes para que quien lo supla en
2012 tenga un “rumbo claro” en materia de seguridad. Ahí
está la disyuntiva entre salir del problema y continuar
debatiendo una y otra vez sobre lo mismo. México
necesita políticas a largo plazo, México requiere que el
cambio de poderes no implique un cambio total en las
políticas vitales para el país. Dejamos abierta la
reflexión.
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