Columna: Reflector Mundial
¿Dónde quedó la nación
latinoamericana?
Por Ignacio Pareja Amador
www.reflectormundial.blogspot.com
Sin
lugar a dudas América Latina es una de las regiones con
mayor similitud entre los países que conforman este
subcontinente. Somos una región que comparte un pasado
indígena (en la mayoría de países), una historia de
conquista europea, costumbres, tradiciones, religión y
lenguaje. Incluso podríamos decir que nuestro
subcontinente es una nación unida por vínculos
históricos y separada por una geografía política que fue
delimitada por intereses individuales de gobernantes que
pensaron que la división era la clave para su
permanencia en el poder.
Bien lo sabía Napoleón II, cuando, en un
intento por ocupar el lugar que había dejado el yugo
español a mediados del siglo XIX, llamó a nuestra región
“Latinoamérica” haciendo alusión al origen latino de
nuestra lengua, el cual compartimos con los franceses,
italianos y portugueses en el viejo continente.
Qué pensaría el gran Simón Bolívar si
pudiera apreciar lo que es hoy “Latinoamérica”, aquella
gran nación con la que soñaba y por la que peleó hasta
el último día de su vida. Qué haría el general San
Martín si sus ojos observaran lo distante que está
Uruguay de Argentina, o lo lejos que políticamente están
su nación (Argentina) con Chile, país al que ayudó a
independizar de la mano de aquel acaudalado O’Higgins.
Hoy en día el mapa latinoamericano
“aparenta” integración de jure, pero vive una separación
que parecería irreconciliable de facto. Si bien es
cierto existen intentos de una integración formal tanto
en Centroamérica como en Sudamérica, lo que observamos
es que ningún movimiento de regionalización tiene la
fuerza suficiente para cumplir con el sueño de una
“nación latinoamericana”.
Los movimientos de integración más
importantes en América Latina son La Comunidad
Sudamericana de Naciones (CSN), la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI), el Mercado Común
Centroamericano (MCCA), La Alternativa Bolivariana
(ALBA), La Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el
Mercado Común del Sur.
De las anteriores la más “grande”, por
territorio y población es la CSN, es paradójico, pues en
está no encontramos como miembro pleno al país más
representativo de los hispanoamericanos, aquel Estado al
que Morelos llamó “la puerta de América Latina”, nos
referimos a México, país que sólo es observador en
aquella Organización Internacional.
Todavía no existe una Organización que
represente los intereses de “la nación latinoamericana”.
Para superar los retos como nación hay que tener en
claro que los latinoamericanos somos hijos de la madre
patria europea y del humilde padre indígena. Somos
nacidos de una España y una Mesoamérica multiétnica.
Pero también somos hijos de una cultura prehispánica, de
hombres oprimidos, de naciones heridas de muerte, de
indios esclavizados que no terminan de ser sometidos.
Somos fruto del desprecio y opresión de a quienes
nuestros antepasados arrebataron sus tierras, somos
presas y opresores en nuestra historia, el ejemplo más
claro de una pareja antagónica, el fruto de la
negación de lo que fuimos y somos.
La idea de América Latina debe partir de
un respeto a las diferencias entre los países y a las
múltiples naciones que habitan nuestra región. América
Latina no es más una abstracción para localizarnos en el
mapa del mundo, es el recuerdo de un pasado común, un
presente inconforme y un futuro todavía difuso.
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