¿La Auditoría
es una investigación de investigaciones?
Ignacio Alfonso
Martínez-Jiménez (alfonsomtzjmz@hotmail.com)
El accidente aéreo que sucedió el pasado viernes 11-11-11
donde pereció por segunda ocasión el secretario de
gobernación
del presidente mexicano Felipe Calderón, Francisco Blake
Mora (Camilo Mouriño falleció el 04-11-08) y donde las
conclusiones de las investigaciones periciales se están
dirigiendo a un probable “accidente” causado por las
condiciones atmosféricas, descartando cualquier otra línea
de investigación, nos lleva a meditar la siguiente pregunta:
¿usted cree que una investigación de criminalística deba ser
auditada? Desde luego que sí.
La
auditoría no sólo se circunscribe al aspecto financiero de
una empresa. No. La auditoría es, en términos generales, una
metodología de revisión que evalúa con pleno conocimiento de
causa una situación auditada mediante una investigación
profunda, estratégicamente planeada y ejecutada con
excelencia y calidad, para producir conocimiento cierto del
estado en que se encuentra el objeto de estudio con fines de
mejoramiento continuo (Montilla, 2006). Entonces, ¿qué
tenemos que hacer para que no fallezca otro secretario de
gobierno?, o mejor dicho aún, ¿qué tenemos que hacer para no
cometer los mismos errores?
La
clasificación de la Auditoría, con base en estándares
internacionales como las Normas Internacionales de Auditoría
(NIA), la Ley Sarbanes & Oxley, las Normas Americanas de
Auditoría (NAS), las Normas Internacionales de Información
Financiera (IFRS), los Modelos de Control, por ejemplo, del
Comité de Organizaciones Patrocinadoras (COSO) como el de
Integración de Control Interno (ICI) o el de Gestión de
Riesgo Empresarial (ERM), establecen diversos criterios de
clasificación.
Por
ejemplo, dependiendo de la afiliación del auditor, la
auditoría puede ser estatal general, estatal fiscal, de obra
pública, de resultado de programas, presupuestaria o
independiente (aquí entra la Auditoría Superior Federal o
Estatal); dependiendo de la relación cliente-auditor
respecto a su independencia mental, la auditoría puede ser
externa o interna (alguna consultoría o algún empleado más);
según su periodicidad con que se practique, las auditorías
pueden ser periódicas, continuas o esporádicas; y
finalmente, según su objeto de estudio, las auditorías se
clasifican en auditoría financiera-contable (la más
popular), de control interno, de legalidad, de gestión, de
contratos, auditoría tributaria privada, laboral,
administrativa, operacional, social, ambiental, forense, de
recursos humanos, de calidad, de la información, de
sistemas, de sistemas informáticos y/o de riesgos (Montilla,
2006).
La
auditoría es un “supervisor de supervisores”, es una
“investigación de investigaciones”. En el peor de los casos,
la auditoría es “una segunda opinión”, pero con el respaldo
de algún tribunal estatal o federal, la auditoría puede
llegar a quitarle el fuero constitucional a cualquier
funcionario, por lo menos dentro del territorio oaxaqueño y
durante treinta y seis horas (Ley Justicia Admva., art. 181
e Iniciativa Ley Medios Impugnación, art. 53).
Ahora bien,
si el Presidente Felipe Calderón, en un caso hipotético, no
estuviera de acuerdo con las pesquisas de la investigación
del caso Blake Mora y solicitara una auditoría a dicha
investigación, el proceso de auditoría deberá contemplar
cinco etapas: planeación, ejecución, retroalimentación a
responsables, planes de acción (correctivo y preventivo) y
mejora continua. Dentro del proceso de planeación está, por
ejemplo, la elaboración del programa o plan de auditoría que
contempla, al igual que cualquier protocolo de
investigación, la “receta de cocina” o guía de pasos a
seguir (tema, objetivos,alcances, planificación
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y
asignación de recursos, técnicas de recopilación, evaluación
de riesgos, procedimientos analíticos y evaluación del
control interno de la empresa) para incursionar en la
ejecución de la auditoría.
Cuando las
autoridades, dueños o gerentes autorizan el programa o plan
de auditoría, se liberan entonces recursos para la
elaboración propia del trabajo de auditoría; es decir, se
aprueba la “receta de cocina” para comprar todos los
ingredientes y hacer todas las maniobras respectivas. Una
vez finalizados todos los pasos de la “receta de cocina”, se
procede a verter “la comida” o informe de auditoría de una
manera tipo “gourmet”, contemplando recomendaciones,
estrategias y planes de acción en: liderazgo, acervo
documental, procesos, herramientas tecnológicas, cultura y
habilidades.
Así, por
ejemplo para el proceso hipotético del caso Blake Mora,
forzosamente contemplaríamos un panorama dicotómico: si la
investigación pericial resultara honestamente verdadera,
entonces la causa del accidente fue la nubosidad durante el
trayecto y, por tanto, la ineptitud del piloto para sortear
tal situación; si la investigación resultara con
observaciones, entonces se aclararían muchas realidades
ocultas para el gobierno y para el pueblo de un país, ya que
el problema de corrupción en altas esferas de gobierno (que
no es tema desconocido) se vería “ventilado” y se conocerían
muchos nexos con negocios ilegales, por no decir
narcotráfico.
Es hora de
romper el status quo de la auditoría y del poder, es hora de
quitarnos el velo o prejuicios que nos impiden ver problemas
que no queremos resolver, es hora de avanzar y dejar nuestra
“zona de confort”, de no caminar de espaldas a las
realidades de la organización, de liberarse de la idea
atávica en que la auditoría únicamente se ocupa de otorgar
la racionabilidad de los estados financieros, bajo la óptica
macroeconómica de los hechos financieros (Montilla et.al.,
2006).
Referencias.
Montilla
Galvis, Omar de Jesús & Herrera Marchena, Luis G. (2006).
“El deber ser de la auditoría”. Estudios gerenciales, núm.
98. Universidad ICESI. Cali, Colombia.
Ley de
Justicia Administrativa y del Tribunal de lo Contencioso
Administrativo del Poder Judicial del estado de Oaxaca.
México. (2005).
Iniciativa
de Ley de Medios de Impugnación y Procedimiento en Materia
de Fiscalización y Rendición de Cuentas. Oaxaca, México.
(2011).
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